Vivir Sábado Santo en tiempos de pandemia
El Sábado Santo transcurre en
silencio consecuente al Viernes Santo y usualmente es un día de preparación.
Los dos elementos conjuntos: obscuridad y silencio se tornan en luz mediante el
inicio de la Vigilia Pascual. Este año no podremos estar físicamente en el
templo, pero en casa, las luces no se deberían de encender hasta que inicie el
canto del Gloria.
Durante la vigilia es bueno estar
a la luz de las velas para poder ayudar a que la disposición anímica esté
presente a la distancia durante la Liturgia del Sábado Santo. Y así
contemplamos la Liturgia en silencio y obscuridad hasta el canto del Gloria.
También, para el momento de la aspersión es bueno que se pueda asperger agua bendita entre los miembros de la familia. Porque bajo estos signos físicos palpables ayudamos a hacer consciencia del momento que se está viviendo.
Este año la vivencia de los días
santos ha sido muy compleja porque la exigencia espiritual ha sido mayor para
muchos porque ha quedado en evidencia que el alma espiritual tiene supremacía
sobre las realidades físicas.
Son Fiestas de Pascua, que se ofician de forma distinta, pero no por ello son menos importantes porque aún sin contar con el espacio físico, el intelecto ilumina y es iluminado mediante la acción conjunta entre la disposición personal y la disposición del lugar.
Quizá esta Pascua pueda ser la más significativa que se pueda tener en años para muchos católicos; porque acaba por ser un interrogante para la fe y para razonar sobre ella. Esta Semana Santa ha sido y será muy valiosa porque tiene de fondo la enseñanza de saber valorar lo que se tiene.
¡Felices Fiestas de Pascua!
César Monroy López
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