Vivir Domingo de Ramos en tiempos de pandemia
En este día la Iglesia vive el
antiguamente llamado segundo Domingo de Pasión, por el cual da inicio la Semana
Santa, núcleo y manantial de la fe católica. Por esta razón al entrar en los días
santos es preciso que la misma Liturgia destaque la entrada de Nuestro Señor
Jesucristo a Jerusalén, lugar donde será condenado a muerte.
La Liturgia católica, sobre todo
la previa a las reformas de 1955, denota claramente el sentido del ingreso al
canto de la Epístola sobre los israelitas peregrinos desde Elim hacía Sinaí,
pero pasan antes por un desierto y el Evangelio propiamente de la entrada a
Jerusalén. Es prácticamente una Misa en la que se entona el “Santo” que
simboliza precisamente aquello que menciona el Evangelio.
Culturalmente, se suelen dar
estos días de asueto en México debido a que, en origen, hablamos de un país
católico en el que al menos el 80% de los habitantes dicen profesar la fe
cristiana. Dada la cantidad tan alta de católicos y sumado al Derecho
consuetudinario (por costumbre) es como se otorgan las llamadas “vacaciones de
Semana Santa”. Es una costumbre que data del S. V en la que el emperador Teodosio
ya había decretado que los asuntos de gobierno debías ser suspendidos durante
los días santos.
Esto se fue difundiendo con el
cristianismo mismo. Hoy por hoy nos rige un calendario cristiano y promulgado
por el Papa Gregorio XIII. Así muchas costumbres a nivel mundial se fueron
cristianizando al grado de que se conservan muchas fechas como asueto aun sin
que la Ley Federal del Trabajo, los considere como tal.
Uno de los elementos
constitutivos del Derecho es la costumbre y por esa razón es que se dan estos
días. Así, la inmensa población predominantemente católica, puede dar inicio al
recogimiento y oración a los que su misma fe los conduce durante este tiempo santo.
Este año tendrá una
característica especial y es el hecho de que no se podrá acudir a los templos, como habitualmente se hace, por razones de salud pública. Pero esto no desalienta
al cristiano; sino que comprende que el mismo Derecho Canónico sumado a la
legítima autoridad del Obispo constituido como cabeza de la Iglesia particular
concede dispensa de la presencia física en los templos por motivos de salud.
Es por esto que, siguiendo el
Tercer Mandamiento de la Ley de Dios, no se dejan de santificar los días que integran la Semana Santa.
Y hoy en día los medios de comunicación han hecho posible y alcanzable el poder
contemplar la Santa Misa, la cual hemos de estar dispuestos muchos bautizados a
vivir en esta forma excepcional. Y dado que no se trata de un “show de
televisión” implica expresar físicamente la presencia del alma a la distancia.
Por otro lado, a muchos
cristianos les causa conflicto la recepción de la Sagrada Comunión; para esto
hay que aclarar que la Comunión diaria es una costumbre reciente cuyo origen se
remonta a San Pio X. A principios del Siglo XX fue cuando el Papa comenzó a
permitir que se pudiera comulgar diariamente, pero esto no siempre fue así,
siempre había sido solo bajo permiso del confesor. La disciplina actual solo obliga a comulgar una vez al año a aquellos que han recibido la Primera Comunión (Cfr.
CIC 920 § 1).
Con esto no se pretende caer en
la condenada herejía Jansenista por la cual se designaba que sólo podían
comulgar los que estaban libres de la pena temporal del pecado venial. Por lo
que, en dado caso, solo la Santísima Virgen podría comulgar. Por otro lado,
está el comulgar por costumbre lo cual está igualmente reprobado dado que no
implica un examen de conciencia, sino únicamente un acercarse ciegamente a
comulgar.
Nos podremos privar de comulgar y hasta muchas veces será sensato; pero no por ello nos privamos de la Santa Misa. Por esta razón es tan importante que este Domingo de Ramos se viva en familia y con el decoro necesario para vivir la Santa Misa, porque estos tiempos de pandemia pasarán, pero la Misa es la eternidad misma que irrumpe en la Historia.
César Monroy López
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